Así está bien echar la semana, el lunes de paseo y el miércoles me marcho ya para Santiago, al norte del país, a pasar unos días de Pascua con la gente de la universidad.
El caso es que el domingo por la noche, la sor me dijo que habían llegado un padre y un hijo italianos, que se marchaban el lunes por la noche y querían aprovechar el día para disfrutar de Santo Domingo y por qué no, la playa, pidiéndome si los podía acompañar para servirles un poco de guía y que ellas se quedaran tranquilas de que iban con alguien de confianza. Así que acepté, total me apetecía pasar un día en la playa, que desde que he llegao no la he catao.
Esta familia pertenece a una organización que había contribuido económicamente en Haití después del terremoto, y habían vuelto para intentar ver la evolución del país desde entonces. Según sus comentarios, ya existen muchas casas reconstruidas, a excepción de los edificios más grandes como la catedral y el palacio presidencial, pero en general trajeron buena impresión. Yo de todos modos hasta que no vaya por allí (que mi intención es ir cuanto antes en alguna escapada) no podré juzgar.
Pasamos un buen día, visita cultural por la zona colonial con un guía que nos agenciamos, chupitos de mamajuana y palo (que según ellos es la viagra del Caribe), un poquito de historia del país y fin de jornada en la playa de Bocachica. La playa ya la conocía, pero siempre es un espectáculo ver esa arena blanca y agua cristalina.
Me dio un poco de apuro pasar un lunes en blanco, ya que me quejo de lo desorganizadas que son ellas, pero yo no lo pedí.
Lo sé, lo sé... esto no es trabajar con las monjitas, pero como dice alguien que yo me sé, esto va por tocas y ahora lo que no toca desde luego es llorar
Mañana no sé si saldré por la mañana, pero supongo que ya hasta el lunes que regrese no tendré conexión a internet.
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