Fecha estelar...

He comenzado este blog gracias a la sugerencia de un amigo, con ello pretendo dos cosas: compartir mis experiencias y pensamientos con los que más quiero y comenzar un diario donde escriba aquellas pequeñas cosas e ideas que en el monto total del tiempo de pierden. Sé que lo váis a hacer, pero quiero dejar muy claro que no dejan de ser mis sentimientos por escrito, y no quisiera ningún comentario desagradable.

lunes, 18 de junio de 2012

Bastantes cosas (3) La Cárcel de la Victoria

Además de ser el nombre de una película, que por cierto es una castaña pero donde se puede ver realmente las condiciones de vida en este sitio, es el nombre de una de las cárceles que existen en Santo Domingo. Los Mercedarios ya me habían invitado anteriormente a hacer una visita con ellos, y es que es uno de los trabajos que realizan dentro de su pastoral, visitar gente en la cárcel.
El jueves pasado fué el día que decidimos y me fuí para allá, junto a una francesa que es voluntaria con ellos, uno de los mercedarios y yo. La función de esta gente allí normalmente es la de "acercar a Dios un poco a sus vidas", pero en la práctica esto se reduce a un "simplemente estar" y es que aquí nadie se fia de nadie, y el mismo hecho de una constancia semanal, de alguien que pase un rato de conversación con ellos, o les pueda echar un cable en resolver alguna historia de: conseguir medicamentos, o dar una noticia a alguien, o resolver algo de documentación, es algo grande dentro de este sub-mundo. Digo bien lo de sub-mundo, porque dentro de las distintas realidades que ya he conocido por aquí, lo que se vive (o lo que percibo se pueda vivir) es algo que está un grado más por debajo.
Aquello es como una pequeña ciudad, con sus negocios de venta de comida, ropa, calzado, porno... sin ocultarlo a la vista de nadie, lo hacen entre los mismos pasillos. Por lo tanto, dentro necesitas dinero para todo: para conseguir que te cambien a un pabellón mejor, para conseguir una cama, para conseguir unas maderas para hacerte tú mismo la cama, para conseguir unas zapatillas... y como he dicho antes, nadie se puede fiar de nadie, pues los chivateos o las venganzas entre las mismas pandillas que existen dentro no son cosa extraña. Todo ésto ubicado en una construcción de hace no sé cuántos años y en unas condiciones entre lamentables e insalubres.
Parece que estoy exagerando, e incluso parece que estoy describiendo alguna película de prisiones latinoamericanas, pero es real porque lo ví, aunque ahora yo también lo recuerdo como algo que me hubieran contado, porque la experiencia fué bastante rara. Llegas allí, de visita, blanquito, sin intención de hacer nada en particular, tan solo conocer y después coges tu camino de regreso y te vienes a comer a tu casa como si no hubieras visto nada, pero claro, algo así no te puede dejar indiferente. Lo cierto es que podría plantearme el realizar visitas semanales, pero no me veo suficientemente capacitado para ello.

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