Buffff¡¡¡ cómo plasmar en palabras lo vivido este fin de semana. Lo intentaré...
Después de casi siete meses creo que ya está bien darse una licencia y así lo he hecho. El día 27 cumple años Inma y como no podíamos estar juntos ni ese día ni el fin de semana siguiente, preparé una sorpresilla (y es que me encantan esas cosas de maquinar para los demás). Reservé el fin de semana en un pueblecito que se llama Las Galeras en Samaná, auténtico paraíso terrenal que las palabras y las fotos no hacen justicia...
Lo cierto es que la sorpresa fue para los dos, porque desde que llegamos el entorno nos fascinó, incluso el trayecto en guagua pública de la última media hora fue super chulo, la cotidianidad de la gente con nosotros, incluso la nuestra misma con ellos, que hubo hasta quien se sorprendió de lo que nos hemos "aplatanao" como dicen aquí al ambiente, la gente, las formas de conducir... La llegada al hotel fue acojonante, un agradable recibimiento entre cabañitas de cana, un jardín lleno de flores, una piscina y un mini bar al frente. Tan solo cuatro habitaciones componían el hotel y solo había 3 ocupadas. Pero es que la habitación era una pasada, cama de 2x2 con el mosquitero rodeándola, decoración con un montón de gusto, techo de palmas y cana, super limpio... Podías ir descalzo desde la taza del water hasta la playa...
(Llegados a este punto creo que se me nota demasiado que me estoy saltando algunas cosas, pero prefiero de momento guardarme ciertas intimidades)
Con respecto a las playas, sé que suena muy utópico, pero lo que describa es poco. Fina arena blanca y blanda, donde no veías apenas construcciones, tan solo algún intento de restaurante a un lado, aguas cristalinas y en la profundidad turquesas y distintas tonalidades de azul, palmeras cayendo de costado hacia el agua facilitando la sombra e Inma que es una persona encantadora que ha entrado en mi vida, a mi lado...
Las cenas fueron fenomenales, una relación calidad - precio estupenda, o quizá es que tuvimos un golpe de suerte todo el fin de semana. El sábado fuímos a un restaurante (que prácticamente era la casa de alguien) recomendados por la dueña del hotel. Nos recogieron en 4x4 y un holandés fumao nos subió a lo alto de una loma, donde al llegar al final de la casita, nos encontramos con un mirador incrustado en el acantilado de la misma. Puesta de sol sorprendente, comida sabrosísima, atención fantástica y una sazón de sentimientos... por qué no decirlo coño¡¡¡ de amor. Todo ha convertido estos días en un fin de semana tan perfecto que casi da miedo.
La vida me sonríe, me da una oportunidad laboral y profesional nueva, me ha puesto en el camino a alguien con quien soy muy feliz y puedo compartir mucho más que simples comentarios... y claro que todo esto me da miedo, porque no sé lo que pase a partir de ahora, no sé con certeza donde me ubicaré, no sé cuándo ni cómo podré ver a Inma... pero todo esto no me puede hacer mirar hacia abajo intentando discernir cuándo me voy a caer de esta realidad, sonrío yo también a la vida y no juego a predecir el futuro, sino a vivir este presente y lo que me depare después... ya se verá.
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En yola hasta Playa Rincón |
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Playa Rincón |
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Catalogada como una de las cinco mejores playas del mundo |
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Luciendo el chinche peludo |
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Puesta de sol en El Cabito |
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Inma y yo |
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Las fotografías no hacen justicia |
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Pa que entre la cena... |
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Camino a La Playita |
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No es coña, se llama playa La Playita |
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Casi increíble |
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