Y es que cuando dice de llover... llueve de verdad. Me encantan estas tormentas tropicales, aunque la de hoy ha llegado un momento que me ha dado respeto. Hace sol, viene un nubarrón inmenso y se lía a llover, pero con una manta de agua que lo cubre todo, quizá me sea más curioso porque estoy acostumbrado al clima mediterráneo y a lo de "cielo emborregao..." Hoy he tenido que salir de la oficina para disfrutar de la vista, de lo que relaja esta tierra tan fértil en cuanto a todo. Me he cogido un paraguas y me he subido a la azotea para tener más amplitud de visión, y mientras me echaba un cigarro disfrutaba de la visión. Pero es inevitable saber que también es un peligro, que hay mucha gente allí abajo con un techo agujereado, otros que estarán pendientes del nivel del río para en caso de necesidad salir zumbando, y lo que supone el llover allí abajo: más mosquitos, mezcla de residuos y focos de enfermedades...
Curioso país, cuánta mezcla de sabores, olores y sensaciones.
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