Este fin de semana ha sido el elegido para celebrar mi
cumpleaños con Inma. Ella me tenía algo preparado y estuve engañado hasta casi
última hora. Se vino conmigo el sábado hasta el hotel y cuando salí de trabajar
nos dirigimos hacia Sabana de la Mar, que se encuentra ubicada en el Parque
Natural de los Haitises, a un hotel ecológico perdido de la mundana vida de los
mortales. Un sitio precioso, un hotel enmarcado entre la montaña y unas
cascadas de agua aprovechadas para hacer piscinas naturales. Restaurante,
habitaciones, caminos… construidos con mucha cantidad de buen gusto e interés
de preservar lo natural. Nuestra habitación era una pasada, decoraciones de
roca y hojas, dos camas inmensas, el verdor de la montaña entrando por la
ventana y el sonido del agua corriendo continuamente… aquello que alguna gente
compra en CD para ponerse por la noche para dormir. (Intentaré pegar un link
con la página del sitio).
www.paraisocanohondo.com
La temperatura ha estado genial, ya que nos ha llovido los
dos días y el frescor de la roca nos ha permitido arroparnos por la noche,
incluso en algún momento parecía que de verdad estábamos en el noviembre de
España, porque con esto de que aquí no hay variaciones entre las estaciones,
parece que siempre es el mes de junio aquí.
Todo una sorpresa desde el principio, por la novedad, por
los pequeños detalles que Inma me ha ido dando, por el sitio, por la compañía…
no me suele gustar mucho lo de las celebraciones, pero tengo que admitir que de
vez en cuando hay que dejarse “acariciar el lomo” y disfrutar también con ello.
No solo había preparado lo del hotel, sino que también
contaba con apuntarnos a alguna de las ofertas de actividades de aventura que
se daban, así que así lo hicimos, dando un paseo precioso en Kayak el domingo
por la mañana a través del río Cayo Hondo, hasta la pequeña Bahía de San
Lorenzo dentro de la Bahía de Samaná y conociendo un par de cuevas donde los
taínos vivían y celebraban. Recordaba muchísimo las tardes de piragua con
Consoli en el pantano de la Cabezuela, pero como las comparaciones son odiosas
no las haré, pues el paraje de los manglares en los Haitises no tiene nada que
ver con las cepas de mi pueblo… a cada cosa lo suyo. Intentaré dejar algunas de
las fotos que pudimos hacer para que quien lea esto se haga una idea del sitio,
pero quizá me quedo corto describiéndolo como un pequeño Paraíso aún no
sobre-explotado, donde quien busca naturaleza, tranquilidad y deportes en la
naturaleza se puede sentir a sus anchas.
Ah¡¡¡¡¡ que se me olvidaba comentar las comidas en el
restaurante: pescado fresco, aderezado con salsas criollas, o frito y rebozado con
tostones, y un mangú con cebolla y huevo por la mañana que no se lo salta un
gitano. “Bien comío y bien bebío… qué más quieres cuerpo mío”.
Muchas gracias por compartir estas experiencias Inma.
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